martes, 16 de febrero de 2010

“Bienvenidos al desierto de lo real”: Por: Jorge Gantiva.




“Bienvenidos al desierto de lo real”:

La idea de una izquierda a cielo abierto y la connivencia del centro.

Por: Jorge Gantiva.

Imágenes para repensar la izquierda

Dos imágenes surgen en medio del torbellino de los últimos acontecimientos en Colombia: una, la imagen de la película The Matrix: cuando el protagonista despierta a la “realidad real” y sólo encuentra desolación, ruinas y destrucción, y el líder de la resistencia lo saluda irónicamente y le dice: “Bienvenidos al desierto de lo real”; y dos, la figura de movimientos a cielo abierto que libran comunidades de base y organizaciones sociales particularmente contra los megaproyectos multinacionales, como El Quimbo en el Huila y la mina de oro La Colosa en Cajamarca, Tolima. Estas imágenes bien podrían servir de estímulo para la búsqueda de caminos y la superación del aturdimiento y el conservadurismo de la izquierda. Asumir la magnitud de lo Real significa comprender el desierto del régimen hacendatario transnacional mafioso que se ha enseñoreado y convertido el tiempo presente en destino fatal de los colombianos.

Ante la soberbia de los depredadores de la vida, la justicia y la dignidad, se abre un horizonte a cielo abierto que confronta el círculo paralizante del posibilismo y de la mera “oposición”. Estamos ante lo Real que se erige como “unidad nacional”, como presente continuo del gran capital, como “guerra permanente”. En este gélido desierto la izquierda deberá reemprender un proceso de autocríticas, relecturas y recambios significativos. Son desafíos que compromete el pensamiento, las formas de organización y la visión de lucha como fundamento para la elaboración de una “arqueología del futuro” que posibilite “construir un mundo adecuado a la esperanza y a diversos “esbozos” de un mundo mejor”, según Frederic Jameson.

El triunfo del “sentido común” uribe-santista representa la obra hegemónica de la máquina demoledora de las élites, de los medios y de las transnacionales; su estrategia envolvente “santifica” el asistencialismo, las políticas de terror, el catolicismo homeopático, las lógicas del miedo y la mentira. Su fuerza destructiva se apoya en el capitalismo criminal, global y antidemocrático, y emerge un “mundo feliz” bajo el grito ensordecedor de guerreros, especuladores de bolsa y traficantes de la muerte, los cuales no “terminan de vencer”. Es el futuro-presente del desierto de lo real según la metáfora utilizada por Slavoj Zizek en Bienvenidos al desierto de lo real. Es el desafío de pensar, crear y luchar a cielo abierto cuando los vencedores “no han dejado de vencer”.

Fortalecidos” o auto engañados?

La trastocación de las palabras termina a veces encubriendo la realidad y distrayendo la disposición de las fuerzas. Con un cierto grado de cinismo, el periódico POLO (No. 27, junio de 2010) así como parte de la dirigencia del PDA han proclamado un supuesto, “¡Salimos fortalecidos!”, como si perder el 50% de los electores respecto de la votación de 2006 pudiera encubrirse u olvidarse. Los resultados del Polo son indicativos de la diferencia cualitativa entre los dos períodos. La obtención de Petro del 9.16% de la votación es, sin lugar a dudas, presentable y digna de valorar; además loable por la forma como él encaró los debates. Ahora bien, pasar del 23% al 9.16% en las elecciones presidenciales, marca una diferencia sustancial que no puede ocultarse. 1.300.000 votos es una cifra decorosa en un país acosado por la “parapolítica”, el autoritarismo, el terror y la persecución. El Polo afectado por una crisis interna, y pese al
desaliento causado ante fenómenos como el clientelismo, el divisionismo y las desastrosas administraciones en Bogotá, mantuvo una postura enhiesta y digna. En modo alguno, el Polo “salió fortalecido”, tampoco salió destrozado; a lo sumo puede decirse que tuvo una presentación digna que en parte contrarrestó la ofensiva de la ultraderecha y que obtuvo una votación respetable, destacándose su presencia en la Costa Atlántica.

El momento de incertidumbre que vive el PDA desestimula cualquier vana ilusión; engañarse a estas alturas de las circunstancias sería ir en contra de su propósito histórico; su máxima responsabilidad es enfrentar el desierto de lo real que el régimen de Santos representa, el cual se “honra” en asociar a Colombia como el “Israel de América Latina”. Su triunfo aplastante sella el designio imperial y la victoria del Estado mafioso. El derechismo ramplón de Mockus cerrará la posibilidad para que los Verdes puedan constituir una oposición al gobierno de Santos, y nada extraño sería que algunos de sus promotores terminen en el gobierno de “unidad nacional” jugando como arietes de su proyecto. Ambos sucumben ante el Imperio y prometen a la Sra. Hillary Clinton “cuidar los huevitos de la seguridad democrática” y defender la recolonización de los megaproyectos y del TLC.

El debate en la segunda vuelta presidencial fue aburrido, mediocre y reaccionario. Nada sustancial fue presentado al país: nada para los trabajadores, los ciudadanos y las juventudes; nada para las víctimas y la justicia. El Polo quedó “fuera de juego”; sin haber podido construir una estrategia viable, consciente y organizada, agravada por el rechazo de los Verdes para llegar a un acuerdo programático. Efectivamente, la derecha de Peñaloza, Fajardo y otros que controlan de hecho a los Verdes descartaron cualquier alianza con la izquierda y delinearon un centro melifluo, superficial y mediático. Los Verdes siguiendo el atajo de la derecha neoliberal despreciaron desarrollar una política de oposición y lucha contra el uribismo, convirtiéndose en su hermano gemelo. En este contexto, la decisión de No Votar fue una salida ante la imposibilidad de lograr un acuerdo programático en defensa de la paz, la democracia y la soberanía; ninguno de los
dos candidatos encarnaban estos propósitos, de ahí que “no había por quién votar”. La abstención promovida por el Polo no logró desarrollarse de manera clara, activa y organizada.

La imaginación a cielo abierto

La izquierda probará su fuerza y consistencia en este duro trance. El desierto de lo real no podrá atravesarse sin fantasía; los innumerables peligros podrán producir decepciones; quizá el mayor de ellos será caminar sin sentido de orientación estratégica. Requerirá concentración, estudio, reflexión y mucha participación; su “plan de travesía” no podrá ser obra de improvisaciones, repeticiones paralizantes y retóricos llamados a la “unidad”, a la “oposición”, al “frente de oposición”. Necesita saber organizarse, salir de sus guetos, de su triste abulia y paquidérmico espíritu burocrático-caudillista. La idea de una izquierda a cielo abierto expresa la convicción de pensar, vivir y operar otras formas de actuación.

Frente a lo Real es preciso atravesar el desierto con serenidad e imaginación, y construir un pensamiento estratégico: “Mirar la realidad cara a cara; no buscar la línea de la menor resistencia; llamar a las cosas por su nombre” (Trotsky) y asumir el desafío de cambiar la realidad o sucumbir ante la fatalidad y la simulación. La figura de la vida, de la justicia y de la dignidad tiene hoy múltiples nombres: minga, asambleas cívico-populares, comunidades de base, cabildos abiertos, redes sociales, parlamentarismo social y de calle, entre otras, cuya “marcha” se deberá desplazar hacia lo público, lo social, el medio ambiente, lo internacional, la vida y la cultura, y a romper con el viejo sistema de discursos y prácticas grupistas, caudillistas, pragmáticas y de microempresas electorales, de modo que pueda reconstruir sus lazos con la vida de los ciudadanos, con las comunidades, con las localidades, con lo público y el pensamiento, para
lograr ofrecer un plan programático centrado en la vida, la justicia, la autonomía y la democracia viva. Ante la explotación de la minería, la destrucción de lo público, de los recursos naturales, del agua y de la dignidad, es preciso construir una izquierda a cielo abierto para desplegar un recambio en su accionar estratégico, asumir otras formas de hacer política, otras maneras de construir el partido-movimiento, otras modalidades de articular la sociedad, los trabajadores, los ciudadanos, el parlamento y la vida.

Lo peor es caer en la depresión y huir de lo real. La izquierda necesita “atravesar la fantasía” de esta ficción traumática y excesiva del triunfo granburgués y proceder a destruir el “mundo de la pseudoconcreción” de apariencias, simulacros, maniobras y silenciamientos de esta pesadilla que se llama el obsceno objeto de lo Real del régimen autoritario y neoliberal, vencedor de estas contiendas mediante la guerra, la sumisión, los reality show y la grotesca intervención del “gran sacerdote” de la hegemonía hacendataria-transnacional. Resultan inocuas las declaraciones de “fortalecer el Polo”, proclamar un “frente de oposición” y “acabar los partidos dentro del PDA”. Entre otras cosas, porque no atienden lo fundamental: resolver la crisis de la izquierda y desbaratar los males que la tienen aprisionada: la tentación centrista, el “individualismo gregario” de los caudillismos y el posibilismo paralizante.

El reto de reconstruir la izquierda a cielo abierto exige un pensamiento estratégico, una mentalidad distinta, sin corporativismos, una práctica biopolítica y una autonomía creadora. Transitar el desierto, enfrentar lo real y transformar la realidad implica reconstruir la izquierda, replantear sus luchas sociales a cielo abierto contra la depredación y destrucción de la vida y la dignidad. Lo real del desierto plantea reorientaciones estratégicas y obliga construir una cartografía de futuro para la complejidad de los nuevos territorios y subjetividades que desatarán a diario tormentas, peligros y desvaríos.

En esta travesía la izquierda necesita la fantasía, sin ser fantasiosos; deberá despojarse de la práctica rutinaria de prometer “más de lo mismo” y seguir con las viejas consigna instrumentales o fatalistas. En este sentido, necesita recorrer su propio “camino a Damasco” para reencontrar su misión histórica y redefinir su identidad como proyecto anticapitalista.

En este panorama jugarán un papel decisivo la política internacional (USA, Venezuela y Ecuador), las luchas por la Vida y la Justicia, las movilizaciones contra los megaproyectos transnacionales de El Quimbo (represa), La Colosa (minería a cielo abierto) y el TLC. Y la justicia internacional acerca de los crímenes de lesa humanidad y la “parapolítica” ocupará un lugar destacado. El propio desierto de lo real vivirá sus propias tormentas; se activará el “movimiento en las fronteras”, la Corte Penal Internacional tendrá un protagonismo; así como se reanimarán el conflicto interno y la crisis económica internacional.

El “mundo es grande y terrible” decía Gramsci, y sobre esta base formuló la estrategia de la “guerra de posiciones”, señalando que se trataba de “hacer política, más política”, esto es, más cultura, más organización, más pensamiento. La ética de los vencidos exige “decir la verdad a las masas por amarga que ella sea”, “mirar la realidad cara a cara”. Una izquierda a cielo abierto es una manera de asumir el reto de cambiar radicalmente la política tradicional de la izquierda colombiana, superando la tentación del centrismo y el posibilismo paralizante.

(Este artículo del profesor Jorge Gantiva Silva ha sido publicado en la edición número 2 de la revista "Izquierda").

LA IMPORTANCIA DE SER MINORIA: POR Marino Canizales


LAS ELECCIONES DEL 20 DE JUNIO Y EL VOTO EN BLANCO
(LA IMPORTANCIA DE SER MINORIA)


En materia de luchas sociales y políticas, muchas veces, no sólo es bueno sino necesario estar en minoría. “Engels decía que Marx y él habían permanecido toda su vida en minoría y que la habían pasado muy bien en ella” – comenta Trotsky en su “Moral y la nuestra”. Hoy los socialistas, dentro y fuera del Polo, en esta época de confusión y reacción política, debemos sentirnos igual. No es el momento para el desánimo y la decepción y, mucho menos, para las engañifas moralistas al estilo Mockus.

La última jornada electoral del 20 de Junio, nos dió la razón: el voto en blanco, como voto de opinión a la vez que de repudio a las dos candidaturas del establecimiento Uribista a la presidencia de la República, obtuvo 448.000 votos sufragios, doblando la cifra de los depositados el pasado 30 de Mayo. La baba abstencionista, como expresión del atraso y la sin política, no tuvo nada que decir. Algunos le colgaron el mote de “activa” sólo para ocultar con pena ajena, su desastrosa política en el curso de la campaña. El voto en blanco nos permitió no sólo hacer política y agitar ideas, sino también, mantener nuestra identidad a pesar del unanimismo y la borrachera electoral.

Juan Manuel Santos salió airoso, pero no hubo voto libre. Los nueve millones de votos que fueron depositados a su favor en la urnas, son el resultado del asistencialismo como chantaje y como empresa electoral, organizado y controlado desde el alto gobierno. La suya fue una popularidad fabricada a partir de la manipulación de las necesidades y estrecheces de 2´600.000 familias en acción, de cientos de miles de madres comunitarias y de guardabosques, de millones de desposeídos y marginados, censados y vigilados por medio del Sisben, de los miles de informantes y miembros de la vigilancia privada, que hasta cuentan con una superintendencia nacional y, como si lo anterior fuese poco, de los cientos de miles de familias de la policía nacional y las fuerzas armadas hacía cuyos miembros, al final de la campaña, se hizo especial énfasis prometiéndoles devolver el fuero militar y la restauración de la justicia penal militar para el juzgamiento de sus crímenes y delitos. En esto último, los dos candidatos presidenciales, el Procurador Alejandro Ordóñez, el presidente Uribe y el Fiscal general de la Nación actuaron de consuno, con gran apoyo y despliegue de los medios de comunicación.

Ni que decir tiene lo relativo al respaldo del gran capital y sus flamantes chequeras, tanto nacionales como multinacionales. Imposible dejar por fuera de esta gran caricatura de democracia, la presencia eficaz de los barones electorales promotores de la corrupción y la compra de votos, y las jurisdicciones electorales de hecho controladas por el crimen organizado y el paramilitarismo, que en provincia juegan, como en el pasado, un gran papel a través de la amenaza y la coacción sobre el votante. La propuesta de “Unidad Nacional” de Juan Manuel Santos y Angelino Garzón, no sólo es una manifestación abigarrada de continuismo uribista, sino ante todo, la expresión mas condensada de la Pax de la seguridad democrática que personifica y define al actual régimen político del presidente Uribe Vélez. Régimen que, como bien lo ha caracterizado Ricardo Sánchez en diversos ensayos y artículos de prensa a lo largo de sus ocho años de vigencia, es una expresión política y social del bonapartismo presidencial. Soy de la opinión que, con Juan Manuel santos como presidente, el carácter de tal régimen político no cambiará: su gobierno acentuará unos rasgos y modificará otros, pero será una presidencia con el talante autoritario que ya conocemos; como que él y sus tres años como ministro de defensa del actual presidente tiene una gran responsabilidad en la conversión del estado Colombiano en un estado policíaco, con todo su cortejo de abusos, crímenes y violaciones de los derechos humanos.

Sin embargo, se equivocan quienes ven en él y en su divisa de la Unidad Nacional una propuesta demagógica y para la galería. Está claro que buscará una redefinición de las relaciones interburguesas, y que no será un simulacro y, mucho menos, el escudero del presidente saliente. Pensar así, sería tanto como olvidar que tal personaje expresa y representa específicas relaciones sociales y de poder. Debe recuperar el rumbo de los negocios y replantear las relaciones comerciales y diplomáticas con los países vecinos. Romper el aislamiento internacional del Estado Colombiano, está claro, es uno de sus principales objetivos, pero manteniendo el centro de su mirada y atendiendo los dictados del Departamento de Estado y del gobierno norteamericano.

La fachada civilista que predica el presidente electo y el “rostro humano” de su vicepresidente Angelino Garzón, le servirá no sólo para mantener el actual modelo de acumulación de capital, sino también, para fortalecer la cohesión de las fuerzas armadas, reafirmándose como su líder y protector. Los nueve millones de votos obtenidos, a pesar de su carácter espúreo, servirán para afianzar la legalidad del régimen político, pero no le otorgarán legitimidad alguna, ya que esta última la determina el respeto y garantía de los Derechos Humanos, de cuyo desconocimiento y violación él es en gran parte responsable, verbigracia, por los crímenes de estado o “falsos positivos”.

Además, nada positivo puede esperarse, para los intereses y demandas de los de debajo, de una coalición de gobierno conformada por alianzas y respaldos de quienes también sirvieron de sustento al gobierno de Uribe Vélez, incluido el partido liberal. Al respecto, basta mirar el lamentable cuadro del nuevo Congreso de la República, donde el nuevo gobierno tendrá amplias mayorías y una débil oposición, cuya gran parte de sus miembros resultaron elegidos utilizando el fraude, la compra de votos y el clientelismo.

Visto lo anterior, nada más repugnante que la decencia y la moral de los uribistas de nuevo cuño, incluida la decencia del candidato de las acotaciones y sobresaltos: el señor Antanas Mockus. Los rasgos de su programa y su personalidad política ya los expusimos en nuestro manifiesto “No hay por quien, el 20 de Junio: vota en blanco”. Aquí, sólo resta decir que estamos ante un gran simulador: su moral y su decencia sólo le sirven para encubrir la dimensión reaccionaria de su carácter y la de quienes lo acompañan en la dirección del autoproclamado Partido Verde. Su independencia y deliberación, que no oposición, frente al próximo gobierno de Santos y Angelino, no son más que expresiones de un continuismo vergonzante ejercido desde el mismo lado del uribismo, el cual pretende competir por el control político de las regiones ante la bancarrota del bipartidismo liberal – conservador, que escasamente obtuvo el 10% del total de los votos depositados en la jornada electoral del 30 de Mayo.

Su moral le sirve hasta para decir, ahí sí, sin balbuceos, en uno de los debates acerca del tema del fuero militar ante las cámaras de televisión: “el general Augusto Pinochet pudo haber tenido razones para ordenar asesinar a 3.000 personas, y auque pudo haber hecho cosas buenas por el país, se sobrepasó y tuvo que pagar” (El Tiempo, viernes 11 de Junio/10). En ese mismo debate ante Juan Manuel Santos, calificó a éste como “una figura emblemática en Colombia”, a quien recibiría en su eventual administración, pero “sin los corruptos que lo rodean y apoyan”. Al señor Mockus, su abstrusa moral, que por abstrusa, no es menos reaccionaria, le lleva a despojar al presidente electo de sus rasgos de clase, de su condición de plutócrata y jefe de la patronal. Para este difuso y confuso filósofo, sólo basta cambiar el lenguaje para cambiar la realidad, por ello, en su cacumen y después de muchos embrollos verbales, Juan Manuel Santos termina convertido en una figura por encima de la lucha de clases, el cual debe ser aceptado como propio por los pobres y los ricos, dada su calidad aséptica. Ni hablar de su programa económico y su propuesta de paz.

!Por eso fue positivo votar en blanco¡

Marino Canizales
Junio 23 del 2010